¿Por dónde cielos estoy volando?

De pájaros y aviones está lleno el cielo. Hablaríamos de los últimos si esto fuera un blog de ingeniería, pero no es el caso. Así que podéis imaginar que hoy hablaremos de las aves.
De los pájaros que habitan el cielo se puede contar muchas curiosidades. La semana pasada, sin ir más lejos, miraba un programa de televisión en el que unos tipos (no expertos) se entrenaban durante un mes y medio para conseguir subir hasta la Barrera de la muerte del Everest, a 7.300 metros de altura. Supongo que muchos en este punto ya sabéis de qué programa hablo.
Bien. Yo, que soy de naturaleza curiosa, mientras miraba aquel ascenso imposible, me di cuenta de que había un pájaro (parecía un buitre) sobrevolándoles. Y como nunca antes había pensado en los pájaros alpinistas, decidí buscar cuáles eran los pájaros que volaban a mayores altitudes (¿Qué pasa? Cada uno pierde el tiempo como le apetece).

El ánsar indio tiene aspecto de pato.

Aunque podría parecer mejor nadador que volador, el ánsar es capaz de sobrevolar el Himalaya. Imágenes de Wikipedia.
Resulta que por esas regiones habita el ánsar indio (Anser indicus) un pájaro con aspecto de pato que es capaz de sobrevolar el Himalaya.
Una historia increíble pero frustrante porque no se parece en nada al buitre que yo vi en el programa.
Así que no contenta con el resultado, continué buscando y encontré que en 1973 un buitre de Rupell (Gyps rueppellii) chocó con un avión que volaba a 11.277 metros sobre Costa de Marfil. A pesar de que los buitres de Rupell viven en el centro de África, en el norte de la India también están el Gyps himalayensis, Gyps fulvos y Gyps indicus capaces de volar a grandes alturas. Premio
 El buitre del Himalaya es también el dueño de las alturas. Imágenes Wikipedia.
Pero en realidad, el motivo de esta entrada no es contaros qué pájaros vuelan más alto. Quiero aprovechar esta entrada para explicaros por qué los pájaros saben por dónde vuelan.
La migración de las aves la venimos aprendiendo desde que somos niños. Acordémonos de los refranes («Por San Blas, la cigüeña verás«, «una golondrina no hace verano«), los poemas (como el de Bécquer, “Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar…”) o las canciones infantiles (en mi colegio cantábamos la canción de “L’oreneta” [la golondrina]. Lee la letra aquí).
Los patrones de migración más comunes son volar hacia el norte para reproducirse en verano y volar hacia el sur en invierno. El motivo de sus movimientos está relacionado básicamente con la luz: los días largos del verano norteño permiten una mejor búsqueda de alimento y el invierno del trópico no cambia demasiado del verano, por lo que el suministro de alimento se puede mantener.
  Algunas de las rutas de migración de alguna de las aves. Imagen Wikipedia.
 
Podríamos hablar del movimiento de los pájaros cuando vuelan todos juntos, de cómo cooperan entre ellos hasta llegar a asemejarse a un solo organismo pluricelular, de la teoría de Shannon… Bien. Tal vez en otro post. 
En este quiero resolver un par de preguntas en mi opinión interesantes que son: ¿Cómo saben hacia dónde vuelan los pájaros? ¿Por qué no se desorientan?
Muchas han sido las hipótesis acerca de este tema. Desde que los pájaros poseen un sistema cuántico de orientación en vuelo en la retina (teoría que luego se reforzó al publicarse otro estudio que también relaciona la fotosíntesis con sistemas cuánticos) hasta la hipótesis de que las aves poseen diversos sensores que detectan campos magnéticos que junto a los puntos de referencia visuales e incluso pistas olfativas, les permiten orientarse.
La segunda teoría, la de los sensores, ha sido la más aceptada. El siguiente paso de los científicos fue buscar esos
sensores que, para detectar el campo magnético terrestre, deberían contener algún metal. De hecho ya en 1963 el investigador Salvatore Bellini descubrió unas bacterias acuáticas capaces de orientarse que contenían en su interior una cadena formada por partículas derivadas del hierro. A esta cadena le llamaron magnetosoma y era la responsable de que siempre apuntaran hacia el norte.
El magnetosoma se encuentra en unas bacterias acuáticas. Imagen Wikipedia.
Sabiendo esto, los investigadores trataron de buscar ese sensor magnético de los pájaros y ¡eureka!, parecía que por fin se había encontrado: los pájaros poseen en su pico unas neuronas ricas en hierro que, se creyó, eran las responsables de su buena orientación.
 
Escribo “eran las responsables” porque, como ya os debéis imaginar, dichas neuronas no son los sensores. En realidad, no son ni siquiera neuronas. Un reciente estudio publicado en Nature ha descubierto que se trata de macrófagos [células del sistema inmunitario] que no están solamente en el pico, sino en todo el cuerpo.
Este estudio no niega la teoría de las células-sensores, pero vuelve a lanzar el misterio de la orientación de las aves a la categoría de “maravilla incomprensible”.

Los pájaros tienen en sus picos unas neuronas ricas en hierro que, hasta ahora, se creía que eran las responsables de su orientación. Imagen www.bfotos.com
Hablábamos nada más empezar que los habitantes del cielo son los pájaros y los aviones. Quiero terminar esta entrada explicándoos una curiosa colaboración que se ha establecido entre ambos. Y es que en Estados Unidos se han utilizado aviones superligeros para enseñar rutas migratorias seguras a especies que se han reintroducido al medio. 
Está claro que tener vecinos tiene sus ventajas. Algunos te sacan de apuros y te prestan sal o un huevo una noche de necesidad. Otros, te enseñan a volar. 

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